Un poema para Hans Beimler

Como ya os he comentado en alguna ocasión, Hans Beimler alcanzó una popularidad sin precedentes entre los antifascistas de Europa tras conseguir huir del campo de concentración de Dachau la víspera de su fusilamiento.

Su muerte, en el frente universitario de Madrid, desembocó en un funeral multitudinario que recorrió las calles de Madrid, Valencia y Barcelona, donde se instaló su capilla ardiente antes de ser enterrado en el cementerio de Montjuic.

Y el hombre se convirtió en leyenda. Inspiró canciones, sellos, batallones y grupos de resistencia y, por supuesto, poesía. Son muchísimos los textos que especialmente los escritores españoles le dedicaron de manera póstuma. Aquí dos de ellos.

-¡Frente rojo!-, dijo el héroe. 
Y cayó en tierra Hans Beimler.
Lo oyeron los españoles,
lo oyeron sus alemanes,
franceses e italianos,
lo oyó Madrid, lo oyó el aire,
lo oyó, temblando, la bala
nacida para matarle.
-¡Frente Rojo!-, y cayó en tierra
castellana, de leales,
quien vino desde muy lejos
a sembrar aquí su sangre.
-¡Frente Rojo!- Que lo escuche
la Alemania de las cárceles
y verdugos que levantan
las secas hachas que caen
sobre los cuellos que nunca
jamás quisieron doblarse.
-¡Frente Rojo!- Suene, silbe,
cruce como bala, estalle
por mar, por tierra, por cielo,
por astros, por todas partes,
vertiginoso, este grito
-¡Frente Rojo!- hasta clavarse,
profundo, en los corazones
que lo quieran, que lo amen,
que lo griten -¡Frente Rojo!-
como lo gritó Hans Beimler.
Madrid, que tiene memoria,
lo gritará hasta quedarse
las bocas de sus fusiles
secas de tanto gritarle.
-¡Frente Rojo!- Silba el tren,
campo de España adelante.
Se descubren las aldeas,
los pueblos y las ciudades.
Entre huertos y jardines,
banderas y naranjales,
Valencia saluda el cuerpo
-¡Frente Rojo!- de Hans Beimler.
Los mares de Cataluña,
sus viñas, sus olivares,
las ramblas de Barcelona
-¡Frente Rojo!- de Hans Beimler.
¡París, París! Tus obreros,
cantando, en hombros lo traen,
llevándolo hacia los barcos
que se llevan a Hans Beimler,
ya que su patria alemana
caminos no quiere darle.
-¡Frente Rojo!- Por Moscú,
por la plaza Roja, grandes
cortejos y multitudes
y cantos van a enterrarle.
-¡Frente Rojo!- Junto a Lenin,
allí, tranquilo, descanse.


Rafael Alberti


Ahora te encuentro, Hans Beimler,
cuando cierras tu jornada;
ahora me acerco a tu cuerpo,
cuando ya tu cuerpo marcha
flotando en un mar de hombros
que lo separa de España.
Dicen que vas muerto, hermano,
pero tu vida no acaba
porque se sequen tus venas
y se hiele tu garganta.
Si están tus venas vacías,
nuestra tierra está empapada
y aún caliente con la sangre
que de tu corazón falta.
Y si está tu lengua quieta,
aún tiene el aire palabras
con que recordar los ecos
de tu voz en las batallas.
Si están tus brazos tranquilos,
aún se mueven tus hazañas
por los campos de Castilla
entre el rumor de las armas.
No es esto morir, hermano,
sino dar vida y hallarla,
que la muerte, cuando es muerte,
de la tierra nos separa,
y tú te quedas con ella,
roja semilla que aguardas
para crecer con la espiga
que hoy defienden nuestras balas.
Naciste lejos, hermano,
pero la Muerte en España,
te hizo nacer en su tierra
para ganarte a su patria….

Te habló la Muerte a lo lejos:
-Hermano Hans Beimler, baja
desde los hombros de nieve
de nuestra Rusia lejana.
Cruza los campos franceses,
los blandos campos de Francia,
que hoy para luchar en ellos
tienen tu fuerte palabra
y en los campos españoles
toda tu sangre no basta.-

Te habló despacio la Muerte;
tú, escuchaste su palabra.
Ahora la Muerte, vencida,
Va en tu cortejo enlutada,
llorándole en tu memoria
el eco de sus palabras.

Salud, Hans Beimler, tu cuerpo
va lejos, pero cercana
tu sangre aquí en nuestro suelo,
moja tu caliente entraña:
árboles que se levanten,
te alzarán vivo en su savia.

Vuélvete, duerme tranquilo,
que aunque te vas, en España
quedas hecho tierra y viento,
agua y luz viva del alba.
Si un cuerpo tu vida pierde,
un mundo en cambio la gana.


Emilio Prados

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